¿Qué
mujer no conoce hoy en día la belleza y el gran valor que tienen las
piedras preciosas? A quien no le gustaría poseer una prenda adornada
majestuosamente con un diamante, un zafiro, una esmeralda, un rubí, una
amatista, etc.
¿Cuánto
valor y cuanta calidad aumenta en una prenda cualquiera, el poseer una o
varias piedras preciosas incrustadas en su elaboración?
Dice
la Biblia que el valor de una mujer virtuosa es mucho mayor que el de
las piedras preciosas (fíjese que no habla de una piedra en singular,
sino el de las piedras preciosas, en plural) o sea muchas piedras
preciosas juntas.
Ahora
veamos... ¿qué seria una mujer virtuosa? Aquella llena de cualidades
valiosas, aquella que reúne las condiciones que Dios quiere que la mujer
que Él creó tenga y espera de ella. Aquella que agrada a Dios cada día
de su vida, que su andar refleja a su Salvador y Señor; que es
obediente a su Palabra, llena de gracia.
Has
pensado alguna vez, porque se pregunta el autor de proverbios: ¿quién
la hallará? Será por ser difícil de encontrar. Porque definitivamente sí
se puede encontrar. O será refiriéndose a lo agraciado que será aquel
hombre que logre encontrar, y reconocer a una verdadera mujer virtuosa y
la elija como su compañera.
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